martes, 23 de octubre de 2018

Cuando mi hijo no quiere seguir a Dios

¡Qué bonito es ver a las familias cristianas unidas trabajando juntas para el Señor! Me llena de emoción ver a  jóvenes entregados y comprometidos ayudando a sus padres en el ministerio, algunos de ellos, ya poseedores desde una edad temprana, de un llamado de parte de Dios para sus vidas. Simplemente ves como lo toman y empiezan a andar por el camino del servicio, agarrados fuertemente de la mano de Jesús.

Pero ¿qué pasa cuando de repente tus hijos crecen y no quieren saber nada de Dios ni de la iglesia?
Como pastor, lo primero que viene a tu mente es la palabra "fracaso", seguido por un profundo sentimiento de culpa y tristeza. Para colmo, las redes sociales no ayudan, y la vida de tus hijo se va aireando por todas partes. Miles de flechas te señalan y se clavan en tu corazón...lentamente.

Te preguntas qué es lo que has hecho mal, cuál fue el error, y no sólo te lo preguntas tú, sino que de repente, de todas partes, te llegan  diagnósticos, juicios, consejos no solicitados e incluso palabras de pésame, y ahí, sentado en el banquillo de los acusados sigues estando tú, más sólo que la una.

La idea de dejar el ministerio se te pasa a menudo por tu mente, porque ¿qué sentido tiene ganar otras almas si la de tus hijos se pierden? Ciertamente resulta un sin sentido, y cada día, durante muchos días, visualizas la misma película, el día de su nacimiento, sus primeros pasos, su primera palabra, las idas y venidas al parque, sus manitas levantadas en la iglesia cantando "Cristo me ama", sus oracioncitas antes de comer, su primer año de instituto...y el momento en el que sucede, cuando todas tus expectativas se desmoronan.

Los padres perfectos no existen, todos hemos cometido errores y los vamos a seguir cometiendo. No existen normas o reglas que garanticen que tus hijos se mantendrán siempre en la iglesia o que seguirán a Jesús desde su adolescencia o juventud. Ellos van a tener que tomar sus propias decisiones, como lo hicimos una vez nosotros.

Hay una palabra bíblica de sobra conocida que me llena siempre de esperanza:

"Enseña al niño el camino en que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él" (Proverbios 22:6)

Una de las acusaciones que venía siempre a mi mente incluso después de leer este versículo era: "no le has enseñado bien, deberías haber leído más la Biblia con él, deberías haber orado más con él, deberías haber sido más radical en esto o aquello"  o cosas por el estilo, hasta que un día me di cuenta de que la enseñanza que inculcamos a nuestros hijos no es solamente "doctrina", sino sencillamente es vivir una vida cristiana genuina, y es esa vida que ellos han visto a lo largo de los años, la que los va a hacer recapacitar, una semilla plantada que tarde o temprano dará su fruto.

Lo más increíble de todo, es que, a pesar de nuestras imperfecciones, la gracia de Dios se manifiesta en ellas y en la vida de nuestros hijos de una manera sublime y sobrenatural siempre.¡Aleluya! Sus propósitos son más altos que los nuestros, sus misericordias no tienen fin.

Me gustaría terminar este artículo compartiendo varias de las fases por las que uno pasa cuando uno de tus hijos decide apartarse del Señor. Espero que pueda ayudarte quizá a saber dónde estás y al mismo tiempo recibir aliento.


Fases por las que uno pasa hasta que vuelve a ver la luz:

-Fase de dolor.
 Es un hecho, tu hijo no quiere saber nada de Dios y su comportamiento se moldea al del mundo.
-Fase del por qué.
 Te cuestionas por qué ha sucedido y empiezas a valorar diferentes causas.
-Fase de la culpa.
 Te culpas de la situación, tu ministerio público pierde sentido.
-Fase del qué dirán. 
Descubres que lo que otros compañeros de ministerio piensen te afecta realmente y temes ser juzgado como padre y pastor.
-Fase de quebrantamiento.
 No hay paz en tu corazón y acudes a Dios pidiendo auxilio y suplicando salvación para tu hijo.
-Fase de consuelo. 
Dios está contigo, recibes palabra, fortaleza y consuelo, esperanza y fe.
-Fase de fe.
 Entregas de nuevo tu hijo al Señor y confías en Él.
-Fase de esperar el milagro
Él se ocupa.

Por supuesto estas fases son bastante personales y no tienen que cumplirse todas ni de igual manera en tu vida. ¿Te sientes identificado con alguna de ellas?

Por último, déjame decirte algo: eres una buena madre, eres un buen padre, y tus hijos siguen siendo una bendición y un regalo de Dios. Sigue amándoles, acéptalos tal como son. Sigue sembrando la Palabra de Dios en sus vidas, hazlos parte de tu ministerio, involúcralos en misiones y en el servicio a la comunidad. Persevera en oración por ellos y cree que Dios terminará la obra perfecta en sus vidas.

Gracias por leer.









martes, 9 de octubre de 2018

¿Pastora o mujer de pastor?

Queridas amigas, hoy quisiera responder de manera personal a esta pregunta que tantas veces me han hecho a lo largo de nuestro ministerio pastoral:

Belén, tú cómo te consideras, ¿pastora o mujer de pastor?

Todavía recuerdo cuando Alex fue a visitar a mis padres para pedir mi mano (sí, él es así de tradicional y a mí me encantó en su día) Por aquel entonces, con tan sólo 19 años, ya era bastante evidente que Dios le había llamado a ser pastor, ya desde los 17 predicaba en su iglesia y había desarrollado un amoroso interés por las personas.

Cuando mis padres, pastores por muchos años, dieron su permiso para formalizar nuestro compromiso, mi mamá me hizo una pregunta: "Belén, tú ya has vivido como hija cómo es el pastorado ¿Estás segura de que quieres casarte con un pastor?" Alex abrió los ojos como platos esperando mi respuesta, la cual fue un contundente "Sí"

Tengo que reconocer que no llegué a pensarlo en serio, por lo menos en aquel momento, pues el amor romántico con sus maripositas revoloteadoras tenía presa  gran  parte de mi mente. Yo sólo sabía que estaba perdidamente enamorada de aquel muchacho guapo, comprometido con Dios y su Palabra ¡y no lo iba a dejar escapar! Pero en realidad, las palabras de mi sabia madre tenían mucho peso, ella sabía de antemano que yo no quería ser mujer de pastor, tal vez misionera, pero pastora ¡jamás!

Finalmente ahí estábamos Alex y yo, frente a una pequeña iglesia en el norte de España, él entregado en cuerpo, alma y espíritu, yo, ayudándole en lo que podía en cuerpo, pero mi espíritu y mi alma se hallaban bastante lejos, aunque consentí a regañadientes en ser "la mujer del pastor", y cada vez que llegaba alguien nuevo y me llamaba pastora yo le corregía: "pastora no, mujer del pastor".

Generalmente, en latino américa la mujer del pastor es siempre "la pastora" y se tiene de ella grandes expectativas a nivel ministerial, a saber:

Que vista como tal (¿no has oído nunca del estilo pastora? suele ser un estilo formal, con camisas y trajes de chaqueta)
Que tenga facilidad de trato con las mujeres y sea consejera
Que presida la alabanza o los tiempos de oración con carisma y muchos aleluya y santo santo
Que sea multifacética, que sepa dar clases a los niños, predicar, limpiar, decorar...
Que tenga al pastor de punta en blanco
Entre otras cosas más...

Simplemente yo creía que no era pastora porque no cumplía con casi ninguno de los requisitos que de mí se esperaba, vestía jeans los domingos y me hacía cortes de pelo raros. Sí daba clase a los niños y llevaba la alabanza "a mi manera"(sin aleluyas y otros clamores) de vez en cuando, limpiaba y escuchaba a las mujeres que venían a desahogarse cuando no tenían con quien. Así era yo a principios del 2000 y Dios tuvo que tener mucha paciencia conmigo para convencerme de que la iglesia, y Alex también, necesitaban a una pastora de verdad. Aunque no tuve un llamado espectacular como Alex, el Señor tenía un propósito para mí en el área pastoral. Él es experto en formación de personas imposibles.

Con el tiempo, Dios fue tratando conmigo en mi vida personal, y comprendí que tanto a la familia física como a la espiritual, valía la pena cuidarla y entregarse por ellas. 

Así pues, yo creo personalmente que un pastor necesita que su esposa pastoree a su lado, por ello es tan importante que un varón con ministerio pastoral elija muy bien con quién casarse.

Mi proceso de pasar de  "mujer de pastor" a "pastora" duró algunos años. Tengo que agradecerles a mis pastores, Scott y Marisa Smith, el gran trabajo de formación y discipulado en nuestras vidas, la paciencia, la entrega y el tiempo que nos dedicaron. En parte, lo que somos, es gracias a ellos. Con esto quiero señalar que el pastorado también se aprende, sobre todo cuando tienes excelentes mentores.

A día de hoy yo no cumplo con un cliché de pastora, tengo mi propio estilo de vestir, mi propio carácter, y muchas veces Alex se ha ido a la iglesia con la camisa arrugada o con una talla de menos, pero si algo he aprendido y me ha hecho "apta" para pastorear, es aprender a amar los demás. Es imposible ser pastora si no amas a tu marido, a tu familia y a tus ovejas, pues la iglesia, es siempre una extensión del hogar.

Pastorear es un proceso de aprendizaje, nunca se llega a ser perfecto, siempre se puede aprender más, y Alex y yo seguimos siendo pastoreados por nuestros pastores.

Yo les digo a mis ovejas cuando a veces se disgustan conmigo por alguna causa (pues no soy perfecta) : ¿Quieres seguir creciendo conmigo?












domingo, 7 de mayo de 2017

Guía práctica femenina para vestir tu Fe

Como os prometí, aquí os dejo algunas sugerencias personales basadas en la enseñanza bíblica que compartí en la anterior entrada. Puedes leerlo de nuevo aquí.

Todo lo que he leído hasta ahora acerca del tema "vestimenta de la mujer cristiana" ha sido bastante desalentador. No he encontrado en la red nada equilibrado publicado en español, así que espero que mi aportación personal, basada en mi experiencia, ayude a muchas mujeres cristianas a vestir adecuadamente y con gusto, no solamente en el culto dominical, sino también en su vida cotidiana.

No voy a repetir las razones y los conceptos bíblicos en los que me baso, como os digo, los podéis leer de nuevo en la entrada anterior.

¡Vamos allá!

Vestido o pantalón

¡Amo los vestidos! Creo que es una prenda muy femenina y elegante si sabemos elegir la ideal para cada ocasión.

El domingo yo uso mis mejores vestidos. Suelen ser largos hasta debajo de la rodilla o los tobillos, de esta manera me siento cómoda en todos mis movimientos y sobre todo, no debo preocuparme por estirarme la falda todo el rato hacia abajo mientras estoy sentada escuchando la predicación. Ya sabéis que cuando nos sentamos, nuestros vestidos y faldas se acortan uno o dos palmos, esto hay que tenerlo siempre en cuenta. La solución de taparse las piernas con un pañuelo o chaqueta para no enseñar más de la cuenta, personalmente no me hace sentir bien, así que yo opto siempre por la comodidad.

Mis vestidos suelen ser también acampanados, pues ¡me encanta el estilo cincuentero! pero las faldas lápiz también me apasionan. Te aconsejo que elijas la talla adecuada, pues ir embutidas en ellas no nos deja mucha libertad de movimiento.

En cuanto al pantalón yo no estoy en contra. Perdona si te he decepcionado. El hecho de que yo no use pantalón no significa que  no esté de acuerdo con que las mujeres lo usen, sí,  también en la iglesia. Mi intención no es entrar en un debate teológico. Creo que eligiendo el adecuado, un pantalón puede ser muy femenino tanto en su confección como en la manera de llevarlo, pero ¿cómo debería ser el pantalón si quiero llevarlo en la iglesia? 

Creo que el pantalón ideal para una mujer es aquel que sea cómodo, que no apriete y no llame demasiado la atención en nuestro andar. Déjame explicarte esto.

 Yiye Ávila, el conocido predicador, decía que nunca una mujer podrá llevar un pantalón de la misma manera que un hombre, debido a que la forma de andar de una mujer es muy diferente a la del varón. La mujer tiene una gracia sin igual, ¡Nuestra manera de caminar es maravillosa!  Puedes adornar tu forma de caminar con la prenda ideal, o puedes arruinarla con una prenda incorrecta. ¿A qué me refiero? Chicas, nuestra parte trasera llama la atención por sí sola, es así, no lo vamos a negar. Es un atributo maravilloso, pero depende de ti si quieres que sea el foco de todas las miradas o no. El mundo así lo desea, pero de nuevo me remito al pudor y a la modestia de la mujer cristiana. Yo les digo a las jovencitas que si pueden,  pidan a alguna amiga que las  grabe por detrás caminando con sus jeans ajustados o leggins  cuando caminen por la calle y luego me cuenten. ¡El resultado es muy divertido!

Si eres joven (o no tanto) y quieres usar jeans o pantalones en la iglesia (o fuera de ella), te recomiendo que uses una camisa, chaqueta o jersey algo largo hasta la mitad de tus caderas. Las personas de las bancas de atrás lo agradecerán.

Mi predilección por las faldas y vestidos es tal, que simplemente prefiero invertir en un vestido bonito que en un pantalón.

Tops

La parte de arriba debe seguir los mismos principios que la de abajo. El objetivo es el recato, no queremos llamar la atención ni que las miradas se desvíen. Una camiseta, camisa o top debería ser en primer lugar cómoda, que nos de libertad de movimiento, en segundo lugar debería ser opaca, sí, no transparente, el motivo es obvio ¿no? En tercer lugar, nuestro bra o sujetador no debería verse, ni siquiera las tiras, la ropa interior por algo se llama "interior", y en cuarto lugar, el escote debe taparnos el escote, así de fácil.

El peinado

Sea que  tengas el cabello largo o corto, lo bonito es que sea femenino. Hubo un tiempo en que yo lo llevé muy corto y más de una vez me confundieron con un chico, no me gustó nada. No se trata tanto de la longitud, sino del estilo del corte.

La regla general debiera ser igual a la del vestir, no llamar la atención con un peinado demasiado ostentoso.

¿Y qué del tinte? Pues yo tampoco tengo ningún problema de conciencia con este tema, las canas hoy en día son símbolo de vejez y dejadez, y no tendría por qué ser así, es una pena, porque a mi me parecen muy bonitas. Las mechas que se ponen algunas mujeres para aportar más luz a su cabello me parece una opción interesante. A mi personalmente, el color del cabello natural me parece más bonito, por alguna razón, las morenas quieren teñirse el pelo más claro y las rubias más oscuro.

Maquillaje

Que la mujer se maquille no es ninguna novedad, pues llevamos miles de años haciéndolo, sentirnos guapas y bellas forma parte de nuestra naturaleza femenina, pero yo creo que muchas veces no lo necesitamos.

También aquí se aplicaría el mismo principio bíblico para el vestido o el peinado. Como mujeres piadosas, no queremos llamar la atención, la sencillez, la prudencia y el buen gusto deben ser nuestros mejores amigos. Entonces...¿cómo debería maquillarse una mujer cristiana?

Yo siempre digo que lo justo y necesario.

Ahora que me hago mayor, veo lo bonitas que están las jovencitas sin maquillar, con esa frescura natural en la piel...pero ellas no parecen darse cuenta de ello e insisten en echarse capas y capas de maquillaje sobre su hermosa piel. También es cierto que la oferta comercial y la publicidad juegan un papel muy importante en este tema.

Los domingos, yo suelo usar solamente un corrector de ojeras, máscara de pestañas, sombras de ojos "nude" o de tonos tierra, un poco de colorete y labial o brillo hidratante con un poco de color. A veces me gusta subir el tono del pintalabios, pero la verdad es que cada vez lo uso menos, quizá para una ocasión especial.

Hace muy poco me he propuesto el reto de no maquillarme entre semana, estoy poniendo más ahínco en el cuidado de mi piel y ya me voy acostumbrando a ver mi "yo real" con sus imperfecciones  ¡y cada vez me encanto más!¡La verdad es que la comodidad de poder frotarme un ojo si me pica es una delicia!

Admiro desde hace tiempo a esas mujeres que no necesitan maquillarse ni teñirse para  sentirse bellas, mujeres cuya personalidad o estilo de vida es tan atractivo que el maquillaje simplemente no tiene la más mínima importancia.


Accesorios

En la entrada anterior os hablé algo sobre las joyas, así que tampoco lo voy a repetir aquí. Soy de la idea de que los complementos (bolsos, pañuelos, relojes, pulseras, etc.) deben ser siempre sencillos y con alguna utilidad. No queremos parecer árboles de Navidad.



Resumiendo, nuestra manera de vestir en el culto dominical (y fuera) debería ser cómodo, darnos libertad para movernos, agacharnos, sentarnos, ponernos de puntillas para alcanzar cualquier objeto, etc. También debe ser discreto, en el sentido de disimular nuestros maravillosos atributos femeninos que tan loco vuelven al mundo, solamente hay que verlo en la publicidad, y nosotras no queremos que nadie se vuelva loco, ¡no, por favor!

Es simplemente cuestión de equilibrio, proporción y buen gusto.

Bueno chicas, estas son algunas sugerencias muy básicas que espero que os sirvan de cierta utilidad. Os dejo aquí abajo algunas cuentas de Instagram  de mujeres cristianas a las que sigo y en las que me inspiro.

Courtney Toliver

Skirt Society

Skirted fancy

Dainty Jewell´s


Quiero dedicar mi próxima y última entrada sobre el tema de la moda cristiana a las más jóvenes. Os adelanto el título:

¿Es posible conciliar la moda actual y la fe? 




















viernes, 7 de abril de 2017

Pudor y modestia


Queridas amigas lectoras, hoy quiero hablaros de un tema que realmente me preocupa y al mismo tiempo me apasiona: el atavío de la mujer cristiana.

"Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso,ni oro,ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad" (1 Tim. 2:9,10)

Este versículo bíblico, junto con 1 Pedro 3:3 y 4, son los que  tengo como referentes personales para mi propia vida y para  enseñar a otras mujeres cristianas a vestirse adecuadamente. Hay que tener en cuenta, claro está, que es necesario estudiar el contexto histórico y cultural de cualquier texto bíblico para poder apropiarnos de sus verdades y poder aplicarlas a nuestra vida cristiana personal actual, así que, teniendo en cuenta esta premisa, mi intención es la de analizar este versículo en su significado primeramente, y de cómo tú, como mujer cristiana  del siglo XXI, puedes empezar a llevarlo a cabo de una manera práctica en tu vida, en una próxima entrada.

Reitero en que serán solamente algunas sugerencias basadas en mi propia experiencia personal, no son normas que debes seguir al pie de la letra. Creo que como hice yo, cada una debe orar sobre este tema delante de Dios y que sea Él y tus gustos y estilo personal los que te guíen.

Antes de empezar con lo primero, hemos de anotar también que el apóstol Pablo está haciendo referencia en este texto, sobre cómo, hombres y mujeres, debían conducirse en el culto público. Así que, señoritas y señoras, debemos tener esto muy presente también, no es lo mismo ir al campo a pasear que ir un domingo a la iglesia. Esto también lo trataremos en un segundo artículo.

Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa

Ataviarse, (literalmente "adornarse con traje adornado") como indica el versículo, es propio de las mujeres. A nosotras nos encanta adornarnos, estar siempre bellas sea cual sea la ocasión, y aquí el apóstol lo da por sentado. La mujer cristiana, por tanto, puede y debe adornarse, es decir, arreglarse. No comparto la idea de que la mujer cristiana debe mostrarse desaliñada y descuidada para mostrar una mayor piedad. Ser ama de casa, esposa y madre, es un honor, somos embajadoras de nuestro hogar, el terrenal y el celestial.

con pudor y modestia

Pudor hace referencia a vergüenza, es decir, al temor de sobrepasar ciertos límites, los de la decencia.
Es muy curioso ver de qué manera el pudor puede ser diferente según la cultura y los tiempos a lo largo de la historia. Hace apenas un siglo, mostrar  un poco más allá del tobillo era algo impensable. ¿Recordáis la foto de aquel señor en las playas con una regla que medía las faldas de los trajes de baño de las señoras de antaño? Si alguna dama sobrepasaba los centímetros permitidos que podía mostrar, era expulsada de la playa. En cambio hoy día, en el mundo occidental, las chicas adolescentes enseñan media nalga tan tranquilas y casi nadie se escandaliza.

Así que, ¿cuál es el límite?¿qué podemos y hasta dónde puede mostrar  una mujer cristiana?

Nuestra vara de medir debe ser el amor, siempre el amor al prójimo, para no hacerle tropezar. (Lc. 17:1)

La palabra "modestia" también nos da una muy buena pista. Modestia se refiere al buen juicio o sentido común. Es decir, debemos vestirnos de forma sensata, sin llamar la atención, sin el objetivo de exhibirnos. A la casa de Dios vamos a adorarle, a escuchar su Palabra, la atención debe estar puesta en Él, y como mujeres, debemos ayudar a los demás hermanos/as a centrarse en lo mismo.

no con peinado ostentoso,ni oro,ni perlas, ni vestidos costosos

En los tiempos de Pablo la moda era trenzarse el cabello, y es que, literalmente, el texto en griego dice "no se adornará con trencillas". Pero no era el hecho de llevar el pelo trenzado a lo que Pablo se oponía, sino a lo que esta moda conllevaba. Asociadas a las trenzas estaban las peinetas de marfil o carey enjoyadas con oro, plata o perlas, algo realmente exuberante además de costoso. Las más recatadas usaban alfileres de bronce cuyos extremos se adornaban con figuras de animales, ídolos o figuras femeninas desnudas. Y esto se mostraba también en los vestidos.

¿Significa esto que la mujer cristiana de hoy no puede llevar oro ni plata ni perlas?

Mi respuesta es, sí que puede. Actualmente el oro no es tan costoso, se vende a varios precios. Casi todas las mujeres occidentales poseemos alguna gargantilla o pendientes de oro, plata o algún adorno de perlas, aunque sean falsas (las perlas de verdad siguen siendo caras, quizá no tanto como para vender todas nuestras posesiones para comprar una como dice Mateo 13.46 pero siguen siendo caras)

Llevar oro o plata en nuestros días es algo común y generalizado en muchos países, Pero con esto también hay que tener cuidado y hacer uso de nuestro sentido común y del amor al prójimo. Hermana, aunque Dios te haya bendecido con riquezas económicas y puedas permitirte ciertas piedras preciosas o ropa costosa y de última moda que pueda llamar la atención más de lo normal, no lo uses en la iglesia, donde puedes ser de tropiezo para otros hermanos/as de condición bastante humilde.

Pablo llama al recato y a la sencillez en la casa de Dios, alertando a las mujeres cristianas a no caer en vano materialismo. Me suena de algo también...

sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad

Y aquí viene la enseñanza. Una mujer cristiana no puede profesar culto a la belleza y a la imagen personal, su culto es para el Señor ¿y cómo se demuestra esto? por medio de las buenas obras. Si decimos ser temerosas de Dios y siervas de Cristo, es decir, mujeres piadosas, nuestras obras deben ir muy por delante de nuestra apariencia. La fe sin obras está muerta, dice Santiago 2:17

Y aquí quiero añadir los otros versículos que he mencionado al principio y que sigo como referentes también.

"Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios"(1 Pe.3:3,4)


Es decir, nuestro adorno como mujeres debe ser interno. Nuestro énfasis debe estar puesto en el desarrollo de una belleza y un carácter agradable, suave y amable (esto es de gran estima para Dios, dice el versículo) y no en la inversión de tanto tiempo, dedicación y esfuerzo en una belleza física y superficial.

Amiga, quizá estés de acuerdo con lo que has leído hasta aquí pero a la hora de llevarlo a la práctica se te hace difícil y surjan las preguntas en tu interior. ¿Qué debo ponerme y qué no?

En la próxima entrada quiero dejarte una guía específica, basada en mi propia experiencia personal, que te ayudará a elegir la ropa más adecuada para asisitir a la iglesia los domingos según tus gustos y estilo. Incluiré también algunos consejos prácticos para saber cómo vestirte de una manera más femenina y recatada para tu día a día.

Si te interesa el tema, suscríbete a mi blog y no te pierdas las novedades.

Gracias por leerme.



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martes, 14 de marzo de 2017

Tiempo de ver más allá...



Retomo de nuevo mi blog después de 16 meses en el que mi bebé, y poco más, ha sido el centro  total de mi atención. Como dice el libro de Eclesiastés:"todo tiene su tiempo."

En estos momentos de la vida, como es el de cuidar de un hijo de un año y pocos meses, uno tiene la tendencia a estancarse en un punto de cierto confort. Me explico: después de los primeros meses duros de recuperación del parto, la instauración de la lactancia, conseguir cierta estabilidad para dormir, etc. por fin ves un poco la luz, en el sentido de que ya te has organizado de nuevo la vida doméstica, consiguiendo por fin mantener de nuevo la casa más o menos limpia, tener los menús de la semana por la mano e incluso ya te puedes echar una siestecita. Más allá de estas metas, no existe casi nada más.

Para mí, estos 16 meses han sido largos, mis 41 años me han pesado, sobre todo físicamente, en la crianza de mi bebé hasta este momento. Hasta hace pocos días  me he hallado por fin felizmente estable, y puedo decir que había empezado a disfrutar de veras de mi  maternidad y de mi casita limpia y ordenada.

Pero la vida continúa...y de repente, llega el momento en el que es necesario avanzar en los otros propósitos de vida.

 Personalmente, llevo bastante mal las transiciones hacia los cambios. Dios me ha tenido que dar un empujoncito para mirar más allá de mi bebé y de los platos sucios por fregar. Ahí afuera hay un mundo  al que "salvar", quizá no al modo de la reina Ester, pero al leer esta  preciosa historia bíblica me he sentido un poquito como ella.

 Ester, una jovencita judía bien parecida, se encuentra de repente con una corona en la cabeza como reina oficial de uno de los hombres más poderosos de la tierra, el rey Asuero, rey del gran imperio persa.
Aislada del que hasta hace poco era su mundo, rodeada  solamente de doncellas y eunucos, lejos de su padre adoptivo, Mardoqueo (que en realidad era su primo) Ester ve pasar los días lentamente, entre vestidos de gasa y ungüentos perfumados, sin nada más que la esperanza de que su rey la llamara a su presencia.

Súbitamente, sus doncellas le traen un día el mensaje de que su padre se halla consternado con las ropas rasgadas, vestido en cilicio y ceniza. Sin duda algo muy malo había pasado ¿Quién habría muerto?¿Cuál era aquella desgracia que habría llevado a Mardoqueo a tomar aquel luto?

Cuando Ester se enteró de que el rey había firmado un edicto irrevocable por el cual todos sus hermanos judíos, incluyendo a mujeres y  niños, debían ser exterminados el día trece del mes de Adar, el mundo se le cayó a los pies.

No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío... (Ester 4:13)

No creo que Ester se hubiera olvidado de sus orígenes, unos orígenes que Mardoqueo le había dicho anteriormente que no revelara (2:19,20), pero quizá pensó que si continuaba en silencio podría seguir manteniéndose segura, continuar con la vida fácil que llevaba.

Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos;más tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?(Ester 4:14)

Mardoqueo la pone en una encrucijada. Ester debía tomar la decisión de tomar acción en cuanto a este asunto: arriesgar su vida entrando al patio interior del rey, sin haber sido llamada, lo cual estaba penado con la muerte, e intentar persuadirle de la decisión que había tomado acerca de los judíos acogiéndose a su condición de reina o, por otro lado, callar y no decir nada. Pero la misión de Ester no era la de callar, sino la de interceder por su pueblo.

Ester  proclama un ayuno de tres días en Susa, entre todos los judíos, antes de entrar a ver al rey.

Y si perezco, que perezca (Ester 4:16)

Te invito a que sigas leyendo el libro de Ester en la Biblia y ver cómo termina la historia.

Compararme con la reina Ester es quizá algo presuntuoso por mi parte, pero es a través de su Palabra que Dios nos habla, y eso es lo que me ha pasado a mí.

Mi tendencia ahora mismo es quedarme en mi "palacete real", en silencio, pensando solamente en mi bebé y en mantener mi casa lo más reluciente posible.

El primer toque de atención por parte de Dios para mí es que debo levantar la vista más allá. Mi hija mayor a punto de independizarse, mi hijo mediano entrando en la pre adolescencia. Debo interceder delante de Dios por ellos y eso implica más tiempo de oración por sus vidas por un lado, y por otro, más tiempo de calidad con ellos, aprovechando cada momento en el que los tenga cerca.

El segundo toque de atención es que no debo esconderme. Sí, yo siempre he sido feliz en mi "cueva", en mi zona de seguridad personal, pero con la necesidad de expresarme hacia afuera al mismo tiempo, de ofrecer palabras de salvación al mundo, y como Ester, con el temor de ser señalada, juzgada, asesinada.

Después de muchos años he aprendido que es mejor obedecer a los mandatos de Dios. Como sierva he de cumplir con la misión que Él me ha encomendado, amar al prójimo como a mí misma, empezando por cuidar  de mi familia y extenderme más allá, mis vecinos, amigos cercanos  o los más lejanos, ¿y por qué no? a los que ni siquiera conozco, a los que me leen, quizá tú, querido internauta.

Así pues, como la reina Ester, decido no callar, y si perezco, que perezca.

















viernes, 8 de enero de 2016

Debe sujetarse la mujer a su marido? (Parte II)

Tomemos de nuevo el texto bíblico de 1 Pe. 3:1

"Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabras por la conducta de sus esposas"

Antes de continuar te recomiendo que vuelvas a leer, si no lo has leído ya, el post de la parte I para entender mejor de lo que estamos hablando, clicando aquí.

En el post anterior vimos cómo en la Biblia todas las relaciones humanas, y aun es muy importante en nuestra sociedad para que ésta funcione, están sujetas a otras. Vimos de qué manera incluso, el Hijo está sujeto al Padre.

Así pues, no es de extrañar que la Palabra enseñe que la mujer deba sujetarse al marido (vulevo a insistir en leer la parte I) para que la familia funcione, teniendo en cuenta, claro está, en que los dos deben obedecer primeramente a los mandatos bíblicos de cumplir con sus roles (la mujer principalmente ser ayuda idónea y el hombre amar a su esposa como Cristo amó a su iglesia, como ya vimos también anteriormente)

¿Por qué la mujer debe sujetarse a su marido?

Piensa en una manada de lobos.

Hay un líder de la manada que la protege, la guía durante el invierno y a los  mejores lugares donde suele haber comida. La manada le sigue y le obedece. Cada miembro ocupa su lugar y está sujeto al líder. De esta manera la manada prospera.

De igual manera Dios puso al hombre como cabeza del hogar. Él debe ser el líder de su "manada". 

La esposa y sus hijos deben reconocer su liderazgo y le deben respeto. Para un esposo esto es fundamental. Necesita sentir que su familia confía en él y que es plenamente capaz de sustentar y proteger a su familia.

¿Significa que el marido manda?

Ser líder no significa ser un dictador. El buen líder pide la opinión de la esposa y tiene en cuenta también la de sus hijos. Debe estar abierto, por tanto, a escucharlos, pero la última palabra debe ser siempre la de él.

¿Y si se equivoca?

Si se equivoca habrá aprendido una valiosa lección que le ayudará a ser mejor esposo o padre, y es importante que su mujer no le recrimine con palabras como "¡Te lo dije!"

Hay un dicho muy conocido que dice que "el marido es la cabeza pero la mujer es el pescuezo". Ciertamente las esposas ejercemos una gran influencia sobre nuestros esposos. Si queremos que ellos mejoren y lleguen a ser buenos esposos y padres, un gran porcentaje depende de nosotras.

¿Qué pasa si mi marido no es creyente, también debo sujetarme a él?

El versículo de 1 de Pedro 1:3 lo deja bien claro: 

"para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabras por la conducta de sus esposas"

Tú puedes ganar a tu esposo inconverso por tu conducta. 

He visto muchas escenas de mujeres de maridos no creyentes reprocharles todo lo que hacen porque "eso no le gusta a Dios". Recuerda que en este caso tu marido no puede entender las cosas de Dios como tú las entiendes, para él son locura, y si además tiene a una mujer que sólo hace que regañarle, se cerrará todavía más a las cosas espirituales.

Gánalo con respeto, amor, paciencia y mucha oración.







martes, 1 de diciembre de 2015

Debe sujetarse la mujer a su marido? (Parte I)

He aquí la gran pregunta.

Pregunta polémica, pregunta tabú de la que no se suele predicar mucho hoy en día, pero creo que es fundamental conocer su significado como base para nuestra vida familiar, y más concretamente en la relación marido-mujer.

He leído varios artículos y escuchado varias predicaciones de hombres serios de Dios sobre el tema durante los últimos dos meses, y por supuesto, he tenido una fantástica entrevista con mis pastores.

Como es un tema que me apasiona, me he dirigido también a nuestra biblioteca bíblica personal, bastante surtida a través de los años gracias a Alex, y después de leer en varios comentarios, por fin he visto la luz. Puedo decir abiertamente que el Espíritu Santo me ha estado iluminando y por fin puedo escribir sobre ello con la confianza de saber qué es lo que Dios dice en su Palabra al respecto, así que paso a resumirlo en una idea sencilla, sin elucubraciones teológicas difíciles. Creo que hasta un niño podría entenderlo. Para ello me baso en las citas bíblicas que encontraréis más abajo.

Empezaré diciendo que:

Todas las relaciones humanas en el Nuevo testamento se basan en una relación de sujeción, incluida la relación del Hijo con el Padre.

Es así como funcionan las cosas, incluso hoy en nuestra sociedad. Yo diría además que es totalmente necesario.

Vamos a ver unos ejemplos:

Hijos sujetos a los padres (Ef. 6:1-4)

Jóvenes sujetos a los mayores (1 Pe. 5:5)

Siervos sujetos a sus amos (1Pe. 2:18)

Sujetos a nuestros gobernantes (Rom. 13:1)

Sujetos los unos a los otros (Ef. 5:21)

Y por último:

Las mujeres sujetas a sus maridos (1 Pe.3:1)



"Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabras por la conducta de sus esposas"



Me gustaría analizar más detalladamente este versículo en una entrada posterior y poder ver más concretamente en qué consiste esta sujeción, pero hay otro ejemplo  que me ha sorprendido, y es la que me ha dado luz en este tema y en la que quisiera centrarme hoy, es la sujeción del Hijo al Padre.

Veamos algunos textos bíblicos:

"Mi hijo eres tú, yo te engendré hoy"(Salmo 2:7)

Indica procedencia. El Hijo procede de Dios.


"No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre, porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente"(Juan 5:19)

El Hijo se sujeta al Padre en todo lo que hace.

"...porque he dicho que voy al Padre, porque el Padre mayor es que yo" (Juan 14:28)

El hijo considera al Padre "superior" a sí mismo, en cuanto a la autoridad de su misión: la salvación.

"Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea en todos." (1 Co. 15:28)

Charles Hodge dice en el comentario de Simon J. Kistemaker, junto con William Hendriksen, que Dios hizo que todo en el cielo y en la tierra se sujetara al Hijo, por tanto es algo delegado por Dios a Cristo, su Hijo, como muestra la cita de 1 Corintios.

Nos surge automáticamente la pregunta: ¿Cómo puede el Hijo estar sujeto al Padre y al mismo tiempo ser igual a Él?

De la misma manera que la mujer es igual al varón, pero está sujeta a él.

Hodge aclara que es en su oficio de redentor y mediador que Cristo está sujeto al Padre. Tal es también así, que cuando haya terminado la tarea que Dios le encomendó, le entregará el reinado a Dios.

Resumiendo, podemos decir que aunque Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo son una misma persona divina (trinidad), es decir, tienen una misma naturaleza, cada uno cumple con su papel o su rol. Son iguales, pero diferentes al mismo tiempo.

De la misma manera, como explica la Biblia, y de lo que hemos hablado ya en entradas anteriores, la mujer procede del varón. Los dos fueron creados a imagen de Dios, los dos son una misma carne, tienen una misma naturaleza.

Los dos son iguales ante Dios. Ninguno es más que otro, como algunos han malinterpretado a la ligera, pero sí son diferentes tanto en roles como en autoridad. 

Espero haberlo sabido explicar y, por favor, os doy la libertad de comentar.

No dejéis de leer la segunda parte. Espero poder  publicarla muy pronto.















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